Los alucinógenos producen sus efectos interrumpiendo la interacción de
las células nerviosas y el neurotransmisor serotonina. Distribuido por el cerebro y la médula espinal, el sistema de serotonina está involucrado en el
control de los sistemas de conducta, percepción y regulación, incluyendo el
estado de ánimo, el hambre, la temperatura corporal, el comportamiento sexual,
el control muscular y la percepción sensorial. Algunos alucinógenos antes de
llegar al proceso anteriormente descrito pierden un radical en su molécula: tal
es el caso de la psilocybina, contenida en los hongos del genero psilocybe, que
una vez dentro del cuerpo pierde un radical fósforo para de este modo
convertirse en psilocina, que al parecer es la sustancia que libera los
mecanismos en el sistema nervioso.
Entre los más utilizados están el LSD, los hongos psilocibios, la mescalina, presente en el peyote y los cactos de la familia Trichocereus, y otros más.
Existen muchas lagunas en el conocimiento científico de las drogas
visionarias debido a las trabas que la legislación impone en casi todos los
países a la investigación de este tipo de sustancias, sobre todo cuando en ella
interviene el consumo humano.
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