En su origen esta distinción pretendió servir
para distinguir las drogas altamente adictivas que comportan serios daños a la
salud (duras), de las poco adictivas, que no presentan un riesgo grave para
quien las consume (blandas).
A pesar de ello esta distinción es aún
empleada tanto en el discurso oficial como en el habla informal:
§
Drogas Duras: la cocaína, los opioides (morfina, heroína, etc.), el alcohol, o las anfetaminas son comúnmente descritas como drogas
duras.
§ Drogas Blandas: el término es aplicado generalmente a los derivados del cannabis (marihuana, hachís, etc.), a la cafeína, etc. Por lo
general el término se aplica a sustancias cuyo consumo no conlleva patrones de
comportamiento social desadaptativos.
La distinción entre drogas duras y blandas es importante en la política de
drogas de los Países Bajos, entre otros
estados, donde ciertas drogas blandas gozan de la tolerancia oficial, aunque casi siempre están
sujetas a restricciones en cuanto a su comercio, producción y consumo.
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